A nuestra actividad profesional, al trabajo que realizamos, dedicamos gran parte de nuestro tiempo, de nuestra energía. En él nos desgastamos como en pocos otros ámbitos, y paradójicamente, con frecuencia tenemos dificultad para encontrarnos con Dios y “seguir siendo cristianos” en él. A veces se trata de una parcela de nuestra vida a la que debemos atender, pero separada de nuestra vida religiosa. Hoy vamos a pedir a Dios que ilumine nuestro trabajo, ya sea el profesional, o el que realizamos cuando decidimos o aceptamos dedicar nuestra vida a cuidar de esposos, hijos, padres... Somos afortunados por tenerlo, pues es un lugar privilegiado para encontrarle y servirle.


“ … A los laicos pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales. Viven en el siglo, es decir, en todas y a cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida…” (Concilio Vaticano II).