Una frase que produce vértigo. Que atrae sobre nosotros el miedo a perder seguridades, la incertidumbre de lo desconocido que está por venir, la pregunta de hasta dónde me llevará esa voluntad.

Pero quizá lo importante es aprender a descubrir de quién me he fiado. En manos de quién pongo mi libertad. De aquel que es Padre, que sólo quiere lo mejor para sus hijos. Quizá así pueda pronunciar un "hágase" cada vez con menos reservas. Cada vez con menos condiciones. Cada vez más abierto a acoger como don aquello que me encuentre a lo largo del camino elegido.

Respondió María: -Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue. (Lc 1, 38)


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