Cuando se emprende un camino lo primero que viene a la cabeza es todo lo que uno deja atrás, la seguridad que te daba aquello que sientes tuyo, la pereza de cambiar todo y reordenar tu vida, el miedo a lo que pueda venir y a que nada vuelva a ser lo mismo… Pero una vez superada esa crisis inicial te das cuenta de la oportunidad que supone: por fin ha llegado la hora de tirar todos los trastos viejos que te impedían avanzar, de reciclarte y limpiar todas esas esquinas que con el paso del tiempo se van oscureciendo en tu persona. Es tiempo de pensar qué es lo que quieres guardar, para qué te sirve lo que has aprendido hasta ahora, y qué cambiarías. También es el momento de decidir tu nuevo camino, de organizar tu tiempo con una meta.


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