Hace unos días empezamos el mes de mayo, mes que acostumbramos a dedicar a María. Lejos quedan los recuerdos de cuando en la escuela llevábamos flores que con tanta alegría entregábamos para poner en el altar. Hoy es María agradecida la que nos da flores a nosotros, es María la que con su cántico de alegría, llena nuestra vida de regalos.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, 
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; 
porque ha mirado la humillación de su esclava. 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones 
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. (Lc 1, 46-49)

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