El domingo 19 de enero celebramos la Jornada Mundial de las Migraciones.

España es uno de los diez países con mayor número de inmigrantes, con 6,5 millones, según un estudio de la ONU que destaca que en 2013 viven fuera de su nación de origen 232 millones de personas, el 3,2 por ciento de la población mundial. La gente que viene a nuestros país, la mayoría lo hacen por cuestiones económicas, porque en sus lugares de origen apenas tienen cubiertas sus necesidades más básicas, alimentos, agua corriente, sanidad, casa, trabajo... pero también muchos lo hacen por causas políticas, huyendo de dictaduras y regímenes político-religiosos que coartan su libertad y persiguen hasta su propia vida. Y en el lugar de destino, la vida no siempre es más fácil que en el país que dejaron atrás. A las dificultades económicas se suele unir la dificultad para la relación con otros, el sentimiento de desarraigo y la falta de redes de apoyo familiares o de amigos.

 Hoy, en este tiempo de oración me pregunto si esta realidad es visible para mí más allá de las noticias. Si mi vida se ve afectada por esta realidad que existe a mi alrededor. Si mi corazón se compadece y se moviliza por estos hermanos míos.

Esto dice el Señor: "El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y te responderá; gritarás y te dirá: aquí estoy". (Is 58, 6-9)

Descargar Oración: Por los que emigran